Gruene es un pueblo fantasma moderno en el centro de Texas. Se puede cenar en las ruinas del antiguo molino harinero y disfrutar de música en vivo en el remodelado salón de baile, construidos a finales de los años 1800s, ambos ubicados en el centro de este antiguo pueblo fantasma.
Pero en los años 1800s, Gruene era uno de los centros algodoneros más importantes del área. Con un banco, una oficina postal, una escuela, un almacén general, un molino harinero, dos estaciones de tren de carga y un salón de baile, Gruene experimentó una efervescencia económica durante décadas.
Historia breve de Gruene
Ernst y Antoinette Gruene, padres de Henry, habían adquirido terrenos en Gruene en 1845, ante la escasez de tierra en New Braunfels, una pequeña ciudad establecida en esa época a solo tres millas de distancia.
La familia Gruene, integrada por inmigrantes alemanes, se dedicaba a la producción de algodón. En las décadas siguientes muchas otras decenas de familias se vieron beneficiadas por una bonanza comercial que convirtió a Gruene en uno de los centros algodoneros más importantes de la región central de Texas.
En 1872, Henry, el menor de los dos hijos de Ernst y Antoinette, construyó su casa de estilo victoriano en el corazón del poblado, cerca del salón de baile donde las familias trabajadoras acostumbraban reunirse y divertirse juntas.
Sin embargo, la prosperidad de Gruene se vino abajo un siglo más tarde. La plaga de gorgojo de algodón, la Gran Depresión y la falta de infraestructura vial tras la Segunda Guerra Mundial acabaron con el comercio algodonero y sumieron a Gruene en una crisis económica.
Hacia 1930 la población se había reducido a 75 habitantes. Y para 1950, Gruene se había convertido prácticamente en un pueblo fantasma.
En 1974, un estudiante de arquitectura de la Universidad de Texas descubrió las ruinas de Gruene mientras paseaba en lancha por el Río Guadalupe. Convenció a las autoridades de rescatar y remodelar los antiguos edificios del siglo XIX y convertir a Gruene en un distrito histórico.
Actualmente, Gruene vive del turismo. Con una población de escasos 20 habitantes, se ha convertido en un pueblo fantasma moderno. Seguramente Henry se sentiría orgulloso de él. Y si pudiera, se alojaría en su mansión victoriana convertida ahora en un magnífico hotel, el Gruene Mansion Inn.
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